Capítulo 23 Deja de hacerte la fuerte
La conciencia de Rosa, que había estado resistiéndose con uñas y dientes, se desplomó de repente en ese instante.
Su cuerpo eligió instintivamente confiar en Diego y se desmayó entre sus brazos.
No vio el rostro tenso y afilado del hombre, ni los ojos que normalmente nunca mostraban emociones, ahora teñidos de una ira cortante.
—Diego...
Abel quedó atónito, temblando de pies a cabeza; ¡nunca imaginó que hoy vería a alguien tan importante!
—Será mejor que reces para que esté bien.
Las palabras de Diego no tenían ningún matiz emocional, pero escucharlas provocaban escalofríos.
Observando la figura de Diego mientras se alejaba cargando a la mujer, Abel se desplomó sobre la silla, incapaz de mantener las piernas firmes.
...
Rosa sintió que había estado en un sueño muy largo.
Las imágenes pasaban ante sus ojos como diapositivas: la sangre derramada por el suicidio de su madre, el aula de la escuela, el rostro enfurecido del Miguel.
De repente, un dolor intenso la despertó.
Frunciendo el ceñ

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