Capítulo 43 Reconocer la propia identidad
—¿¡Jefe Diego!?
Rosa ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando Sara, detrás de ella, soltó aquella exclamación que retumbó como un trueno.
Que Diego apareciera de repente allí era tan increíble como ganar la lotería.
Sin necesidad de voltear, Rosa podía imaginarse la expresión de Sara en ese momento. Temiendo un interrogatorio, reaccionó rápido y adoptó una sonrisa profesional, de ejecutiva experimentada, mientras se acercaba con pasos ágiles al auto.
—Jefe Diego, ¿hay algún asunto de trabajo?
Diego echó un vistazo frío a la persona que estaba detrás de ella, pero no la desenmascaró. —Sube al auto.
—Está bien.
Rosa asintió con rapidez y, girándose un poco, le hizo un gesto a Sara con la mano. —Tengo un asunto pendiente, así que me voy primero. ¡Nos vemos la próxima semana!
Antes de que la situación se complicara más, subió al auto ágilmente.
Durante el trayecto, ninguno de los dos habló. La atmósfera dentro del auto era algo extraña, pero Rosa no podía precisar la razón.
¿Acaso serí

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