Capítulo 148
Salvador se dio cuenta de pronto de algo: la calma de Andrea no era una fachada, sino una auténtica liberación interior.
Salvador siempre había creído que ella aún lo amaba con el alma y que aquel divorcio no era más que otra de sus estratagemas.
Andrea era una mujer decidida y orgullosa, pero también obstinada; retroceder para luego avanzar siempre había sido su manera de hacerlo volver a su lado.
Esa era la firme convicción de Salvador.
Pero ahora...
Su mirada ya no se detenía en él, y su corazón parecía no latir más por su causa.
Incluso el viejo truco de provocarle celos había dejado de surtir efecto.
Andrea parecía... simplemente esto no importarle.
En ese instante, Salvador sintió un vacío como nunca antes.
Sus ojos oscuros permanecieron fijos en ella, sin parpadear, atentos a cualquier mínima variación en su expresión.
Pero jamás apareció lo que él anhelaba ver.
¿Por qué Andrea había cambiado tanto, en tan poco tiempo?
Durante el tiempo que había estado lejos, ¿a quién había con

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