Capítulo 165
Dolor hasta los huesos
—No lo amo. Esas tres palabras le helaron todo el cuerpo, y enseguida le sobrevino un dolor casi convulsivo.
El hombre tensó la mandíbula; su rostro se tornó pálido, y los dedos que sujetaban la caja del regalo temblaban sin poder contenerse.
—Andrea... ¿podrías darme otra oportunidad?
—¡No, no y definitivamente no!
—¿Cuántas veces tengo que repetirlo?— Andrea estaba al borde de la locura. ¿Qué demonios le pasaba a Salvador?
¿Y Julia?
¿Dónde estaba?
¿La habrían enviado de vuelta al pequeño pueblo pesquero y no se le ocurrió comprar un boleto para regresar a San Verano?
¿De verdad iba a dejar que este loco de Salvador la molestara todos los días?
La mirada de Salvador se aferraba a ella con desesperación; en sus ojos negros había un profundo dolor, pero también una ternura y una pasión tan intensas que resultaban casi insoportables.
Con los ojos enrojecidos y la voz entrecortada, dijo: —Andrea, lo siento.
Andrea suspiró. —Ya no te culpo, de verdad. Quizás lo nuest

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