Capítulo 169
Este pensamiento hizo de pronto que a Julia se le helara todo el cuerpo.
—¿Qué vas a hacer, Salvador? —Gritó Julia aterrada. —¡Detén el coche! ¡Quiero bajarme!
Salvador pisó el acelerador a fondo, haciendo que el vehículo avanzara cada vez más rápido...
Julia, sentada en el asiento del copiloto, soltó un grito agudo. Su corazón se le subió a la garganta; entre sollozos y alaridos, le suplicaba: —¡No me asustes! ¡Salvador, sé que estuvo mal! No debí seducirte, iré a buscar a Andrea, si quieres me arrodillaré ante ella y le pediré que se separe de Sebastián, ¿sí?
—¡Basta ya! ¡Detente, por favor!
El Grupo Águila Dorada ya no le importaba.
El testamento hacía tiempo que estaba redactado: después de su muerte, todo sería donado a Andrea.
Y si ella no lo aceptaba, entonces que se donara todo.
El auto casi que volaba por el puente elevado, aumentando la velocidad a cada metro. Los demás conductores notaron algo extraño; algunos se orillaron para detenerse y comenzaron desesperados a llamar a

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