Capítulo 93
—Ese tipo de declaraciones solo servían para engañar a los internautas curiosos, ¿de verdad te lo habías creído? Julia ni siquiera trabajaba aquí, pero entraba y salía como si nada, podía usar el ascensor exclusivo del jefe Salvador y pasaba mucho tiempo dentro de su oficina.
La pasante ya estaba completamente atónita. Era su primer día en Grupo Águila Dorada y acababa de enterarse de una bomba de información tan grande que no podía ni procesarla.
Al verla tan perdida, la compañera que la guiaba se cubrió la boca y bajó la voz: —Lo que oigas, guárdalo para ti y no lo andes diciendo por ahí, ¿sí? Yo sabía, por ejemplo, que una vez un colega fue a entregar un informe y, como la puerta de la oficina del jefe Salvador no estaba bien cerrada, al pasar por ahí los vio besándose.
—Uf... fue una escena muy intensa...
Una tan radiante como una flor, la otra tan fría como la luna.
Ambas, hermosas.
Nuestro jefe Salvador sí que tenía suerte: una esposa en casa y una amante afuera.
¿O acaso esa era

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