Capítulo 60
El hombre del esmoquin negro señaló el asiento que acababa de dejar libre un hombre que también había perdido la ronda.
"Adelante, tome asiento".
Felicia le echó un vistazo al recién llegado, le agradaba su espalda ancha y rostro cincelado.
Sin embargo, esa noche no estaba de ánimo para aventuras amorosas, lo único que deseaba era jugar y ganar, así que mantuvo la atención en el crupier, quien barajó y repartió las cartas.
"Deme otra".
Felicia repiqueteó sobre la mesa con su dedo índice de manicura, habría notado la mirada que el recién llegado de esmoquin y el crupier intercambiaron sino hubiera estado tan borracha.
A los espectadores, que se agolpaban alrededor de la mesa, no les sorprendió que Felicia, la dama bien vestida y aparentemente adinerada, volviera a perder.
Ella tenía dieciséis y el crupier, seis, de modo que volvió a pedir carta y, como era de esperar, perdió una vez más.
Poco a poco, su pila de fichas fue disminuyendo.
"Tu suerte va a cambiar", la animó el apuesto

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