Capítulo 14
Toc, toc, toc.
Al escuchar los golpes urgentes en la puerta, Cristian dejó la fruta a medio pelar que tenía en la mano, echó un vistazo hacia el baño donde Elena se estaba duchando, y se levantó para caminar hacia la puerta.
Cuando abrió la puerta y vio el rostro profundamente preocupado de Tomás, una expresión enigmática destelló en sus ojos.
—¿Y tú quién eres?
Tomás solo tenía en mente encontrar a Elena. Ni siquiera se molestó en mirar a la persona que le hablaba y quiso entrar en la sala.
—¡Hazte a un lado!
Al ver su actitud tan desesperada y prepotente, Cristian apretó con fuerza el cuchillo de fruta en su mano, y con una mirada filosa lo interceptó, bloqueándole el paso.
—Esta es una propiedad privada. Si insistes en entrar, tendrás que atenerte a las consecuencias.
Al ver el filo de la navaja, Tomás por fin recobró un poco la sensatez.
Retrocedió dos pasos, levantó sus sombríos ojos, y su tono estaba impregnado de ira contenida.
—¡Esta es mi casa! El que está entrando de manera i

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