Capítulo 19
No se sabe en qué momento, pero de pronto le pareció ver, frente a él, una silueta de espaldas muy parecida a la de Silvia.
¡Además, iba del brazo de un hombre extranjero!
Sintió como si le clavaran una aguja en el corazón, una punzada de dolor.
Julio apretó los puños con fuerza, los ojos enrojecidos, y avanzó rápidamente. De un golpe, le asestó un brutal puñetazo al extranjero.
—¡Suelta a mi esposa!
—¿Es tu esposa? ¿Estás loco? Si es tu esposa, ¿entonces yo quién soy?
El hombre extranjero escupió sangre, incrédulo.
Y le devolvió un puñetazo furioso, pero Julio lo detuvo con la mano.
La mujer a su lado protegió al hombre de inmediato y, apoyándolo, exclamó: —¿De dónde saliste tú, loco? ¡No te conozco! Cariño, vámonos.
Ella miraba a Julio con desconfianza, y solo en ese instante él se dio cuenta, demasiado tarde, de que se había equivocado.
Solo era una silueta parecida y ya había perdido por completo el control.
—Perdón. —murmuró Julio con voz apagada.
Tras pagar una suma de dinero, vo

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