Capítulo 283
Él se llevó la mano al rostro entumecido y lo frotó varias veces con fuerza. Al ver la expresión persuasiva de doña Isabel, soltó de pronto una carcajada: —De verdad no lo esperaba. Con la edad que tienes, ¿cómo pudo llegar al punto de mandar a alguien a seguirme?
Luis volvió tranquilo a sentarse. Su rostro ya no mostraba emoción alguna, pero sus ojos eran un abismo inquebrantable.
Sonriendo, dijo: —Hice que Ana se mudara para que pudiera calmarse sola. Al fin y al cabo, usted lo sabe bien: no tengo intención alguna de divorciarme de ella. Además, siempre se ha opuesto a que Laura entre en la familia López. Hoy puedo garantizarle que jamás me casaré con Laura. Pero...
Luis borró esa cínica sonrisa de su rostro y se inclinó hacia adelante.—Pero usted tiene que ayudarme a convencer a Ana de que regrese, de que renuncie a la idea del divorcio.
—Eso me lo debe.
Se puso de pie y se acomodó un poco el traje. Al ver el rostro sombrío de doña Isabel, curvó los labios con despreocupación.
—Si n

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