Capítulo 16
En cuanto pisó el incendio, el calor abrasador y el humo espeso envolvieron de inmediato a Félix.
Las llamas, como lenguas voraces, lamían todo lo que encontraba combustible, estallando en chasquidos y explosiones.
El humo le quemaba los ojos, impidiéndole abrirlos, y le dificultaba respirar; cada bocanada le lastimaba la tráquea y los pulmones.
—¡Bia! ¡Espérame! ¡Espérame!
Félix gritaba enloquecido en su mente, avanzando a tientas, tropezando una y otra vez, guiado solo por la memoria y el instinto, hacia aquella habitación modificada en lo profundo de la mansión.
El aire se ondulaba bajo las olas de calor, y su vista era un espejismo difuso. Los techos que se desplomaban y los muebles en llamas le bloqueaban el paso.
Chispas incandescentes y fragmentos ardientes le quemaban los brazos y la espalda, abriéndole ampollas en la piel, pero él parecía no sentir nada.
Finalmente, llegó hasta la puerta familiar. El marco estaba deformado por el fuego, al rojo vivo, y de la rendija escapaban

Klik untuk menyalin tautan
Unduh aplikasi Webfic untuk membuka konten yang lebih menarik
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda