Capítulo 41
Oscar no se sabía desde cuándo había llegado, vestido con un impecable traje negro. Sus manos rodeaban de manera posesiva la cintura de Belén, mientras su mirada intensa se posaba en Carlos.
Carlos, al ver la intimidad entre ellos, mostró una expresión sombría. Respiró hondo y habló con dificultad: —Belén, deja de hacer esto, ese hombre no es adecuado para ti.
Belén dejó escapar una risa leve y sarcástica que se reflejó en su rostro: —¿No es adecuado para mí? Entonces, ¿quién crees tú, Señor Carlos, que lo es? ¿Tú?
Carlos percibió la burla en el tono de Belén. Frunció levemente el ceño y estaba a punto de decir algo más cuando Belén señaló a Ana y exclamó: —Señor Carlos, mire bien, la mujer detrás de usted es su esposa.
Ana, sujetándose la ropa rasgada, se tambaleó un poco antes de acercarse a Carlos y, entre lágrimas y sollozos, dijo: —Carlos, lo de hoy no es lo que crees, seguro que fue Belén, esa mala persona, quien me tendió una trampa. ¡Definitivamente lo hizo por envidia...!
—¡Ba

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