Capítulo 61
Las dos mujeres, al notar que Ana las miraba, no dudaron en insultarla con descaro.
—¿Qué miras? Aquí, cada vestido cuesta como mínimo veintiún mil dólares, ¿tú puedes pagarlo?
—Si lo ensucias, ni siquiera podrías compensarlo.
—¿Acaso crees que con ponerte un vestido podrás transformarte de repente en una señorita rica? Alguien como tú, por más que se vista, no podrá ocultar ese hedor a tierra que llevas en los huesos.
—El Sr. Javier es de Laura. Tú, desvergonzada, ¿de verdad piensas que por colarte en Residencial La Colina podrás quedarte al lado del Sr. Javier? ¡Sueña despierta!
Ana comprendió al instante: eran gente del círculo de Laura.
De nuevo empezaban con las burlas, de nuevo con las humillaciones.
Esa gente, cada vez que la veía, la insultaba y ridiculizaba.
Como si hubiera cometido algún crimen imperdonable.
Todo porque estaban convencidos de que Javier debía pertenecer a Laura.
Pero, amándose o no, ella y Javier eran los verdaderos cónyuges legales.
¿Con qué derecho se atrev

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