Capítulo 65
La tensión estaba a punto de estallar.
Laura deseaba que el asunto se desbordara; anhelaba que Javier le diera una lección a Ana.
Sin embargo, el siempre frío y autoritario Javier contuvo su temperamento y, con voz helada, ordenó: —Llamen a su encargado.
De inmediato, una dependienta corrió escaleras arriba para traer al director de la tienda.
Javier preguntó directamente: —¿Quién entregó su vestido?
El encargado no se atrevió a ofender a Javier y respondió con premura: —Sr. Javier, el vestido de laSrta. Ana fue un obsequio de don Pablo.
La fiereza que rodeaba a Javier se detuvo un instante; arqueó levemente una ceja.
Al escuchar la respuesta, el semblante de Ana se suavizó aún más. Así que había sido el abuelo Pablo.
Seguramente él temía que ella asistiera a la fiesta sin vestido y, por eso, lo había organizado todo.
El ánimo de Ana se iluminó de repente.
Era como una niña que recibía un regalo de un anciano querido.
Aunque aquel obsequio resultaba demasiado costoso, ella sentía que n

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