Capítulo 1152

Ella fue a servir un vaso de agua y lo colocó frente a él. Rubén se notaba visiblemente incómodo; estaba sentado muy erguido, sosteniendo el vaso con ambas manos, y sus ojos seguían cada uno de los movimientos de ella, como si se hubieran quedado pegados a su figura. Ese día, sus emociones habían oscilado entre la dicha y la tristeza más profunda: primero descubrió que la chica que le gustaba era su esposa y luego se enteró de que su matrimonio era infeliz y estaba en proceso de divorcio. Había mandado preparar tantos regalos para ella, prueba de cuánto le importaba, pero ella parecía demasiado tranquila. Tenía mil cosas que quería preguntar, pero temía decir algo que la irritara, así que permaneció en silencio. Esther salió del baño y lo vio todavía sentado en el sofá. Su traje tenía algunas gotas de sangre y la tela de lujo se veía algo arrugada; en ese momento, sentado en silencio, parecía un perrito que espera ser adoptado. —Rubén, es hora de dormir. El vaso casi se le cayó de las