Capítulo 1242
Ella se sentó en el auto, encendió la música y sintió una tranquilidad sin precedentes. Pero no era tonta, los negocios de su padre habían ido bastante bien en los últimos años, ¿cómo podrían haberse desplomado así de rápido? Miró a Rubén, que estaba en el asiento del copiloto. ¿Acaso había sido él?
Pero ahora solo tenía la memoria de cuando tenía dieciocho años; era imposible que hubiese movido los hilos.
Rubén notó que ella lo miraba y se puso nervioso al instante; sus mejillas se sonrojaron. —¿Qué ocurre?
Esther estaba de muy buen humor y las comisuras de sus labios se elevaron. —Volvamos a casa.
Rubén miró la oscuridad de la noche a través de la ventana y, de pronto, recordó algo, así que preguntó: —¿Antes veíamos películas juntos?
—No.
Respondió con firmeza, y es que, en realidad, no le interesaba eso; al fin y al cabo, su carrera estaba relacionada con el mundo del entretenimiento.
En los ojos de Rubén se deslizó una chispa de decepción. Al ver que ella no quería ir al cine, apre

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