Capítulo 208
Él mordió suavemente el dedo de Lorena y, con una voz aún ronca por el deseo, preguntó:
—¿Dijiste que viniste con tu jefe?
Lorena, ya algo agotada, dejó escapar un bostezo antes de responder: —Ajá, sí.
—¿Y cómo es él? —insistió él, acercándose más.
—Bastante bien. —musitó ella.
—¿Y comparado conmigo?
Los ojos de Lorena se abrieron completamente. La penumbra del salón apenas permitía distinguir siluetas, pero aquel cuerpo masculino era simplemente irresistible. Por donde lo mirara, no había perdido nada en el intercambio.
—No se pueden comparar, ustedes son polos opuestos. Él, pues... es bastante frío, trata con la misma indiferencia a todos, como la nieve en la cima de una montaña. Tú, en cambio, eres una rosa, tan apasionada que uno no puede evitar quererte. Mi jefe solo se puede contemplar desde lejos, pero jamás profanar.
—¿Y cómo sabes que él es así? Tal vez solo es que no lo conoces bien. Igual que a mí.
Lorena frunció el ceño y le sostuvo el rostro con ambas manos, respondió: —No

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