Capítulo 209
Mientras los dos discutían, escucharon a Pedro decir: —Si no hay nada importante, me voy primero.
Rubén inhaló profundamente y levantó la mano para señalarlo.
—Míralo, mira su actitud. Mencionamos a las mujeres y ya quiere irse. ¿Todavía dices que él espere a alguien? Si no se casa con su computadora ya es bastante; yo digo que va a pasar el resto de su vida abrazado a todo el dinero que ha ganado.
Pedro se dio la vuelta directamente, sin ganas de prestarle atención.
Lorena lo empujaba en su silla de ruedas en silencio, y justo cuando la puerta del reservado se cerró a sus espaldas, todavía le parecía gracioso.
Pedro escuchó su leve risa, se mostró un poco contrariado y preguntó: —¿Te hace gracia?
Esas palabras parecían salir entre dientes.
La risa de Lorena se detuvo al instante.
—Es que creo que el señor Rubén tiene algo de razón, aunque tampoco veo mal que el señor Pedro sea así. En la sociedad de hoy en día, ya casi no hay gente como usted.
Sincero con los sentimientos, dispuesto a

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