Capítulo 290
Él asintió con un "hmm" y fue empujado fuera de la sala de reuniones.
La atmósfera dentro era sumamente opresiva, pero en el instante en que Pedro cruzó la puerta, fue como si la montaña que pesaba sobre todos desapareciera de golpe.
Todos respiraron aliviados, agradecidos de seguir con vida.
De regreso en su oficina, Pedro seguía muy tranquilo. Aún quedaba una gran cantidad de documentos acumulados ese día, pero no lograba concentrarse.
Los datos que normalmente comprendía de un vistazo ahora parecían renacuajos descontrolados corriendo por el papel blanco.
Se frotó el entrecejo con la mano y le dijo a César, que estaba a su lado: —Voy a dormir. Despiértame a las siete de la noche.
—De acuerdo.
El insomnio de Pedro siempre había sido severo. En los últimos días también lo estaba sufriendo, y bajo sus párpados ya se marcaban unas ligeras ojeras.
Acostado en la cama de la sala de descanso, quizá porque esta vez estaba de buen humor, cerró los ojos y se quedó dormido.
A menudo soñaba con

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