Capítulo 932
Su frente descansaba sobre el hombro de Pedro, mientras respiraba hondo.
Pedro había hecho una llamada y organizó primero que Juan fuera ingresado en un centro de reposo apartado.
Dos días después, Lorena despertó en la cama sintiéndose débil hasta el extremo.
Pedro trabajaba al lado, con el sonido del teclado resonando en toda la habitación; al verla abrir los ojos, soltó un suspiro de alivio.
—Aquel día, después de ver a Juan, volviste y caíste dormida en la cama. Has dormido dos días seguidos y recién ahora despiertas. ¿Cómo te sientes?
Ella se tocó la garganta y luego la frente; ya no tenía fiebre, pero su cuerpo seguía agotado.
—No pasa nada.
Pedro se sentó junto a la cama y le acercó un vaso de agua. —Te has estado exigiendo demasiado. Lo de Juan no fue culpa tuya. Si alguien pudo aprovechar sus debilidades y volverlo loco en apenas dos días, significa que ya venía reprimiéndose desde antes. Ese centro de reposo está lleno de mi gente. Cuando terminemos con lo de Norteamérica, re

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