Capítulo 949
Ariel se estremeció por completo; su rostro palideció mucho más, como si en cualquier momento fuera a desmayarse. —Padre, ¿dices que esa mujer me estaba apuntando a propósito? ¿Es una enemiga nuestra? ¿Quién podría ser?
Mario alzó la mano para frotarse el entrecejo. Si hubiera sido en otro lugar, habría sido sencillo: bastaba con revisar las cámaras de seguridad. Pero aquello había ocurrido en La Arena del Minotauro; allí era prácticamente imposible obtener grabaciones, ya que debía protegerse la privacidad de cada uno de sus clientes. Precisamente esa era la razón por la que podía reunir a tantos desalmados y fugitivos.
Dentro, la policía no tenía la menor oportunidad de actuar.
En toda esa región de Norteamérica, ser policía era una profesión de altísimo riesgo; sobre todo en zonas sin ley como esa, donde los agentes podían perder la vida en cualquier momento.
Mario se dejó caer pesadamente en la silla y soltó un largo suspiro. —Ya te lo había dicho antes, mantente alejado de La Aren

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