Capítulo 181
En la sala principal de la casa de la abuela Alzira, se había congregado una multitud numerosa.
Una cama de madera se ubicaba en el centro, sobre la cual yacía la abuela Alzira, aquella mujer que había brindado a Ángeles calor y cuidado maternal. Descansaba con los ojos cerrados, su semblante mostrando una expresión de absoluta serenidad.
Un torrente de recuerdos fragmentados inundaba su mente: —Toma esto para pagar tu matrícula, niña. Una estudiante tan brillante no merece decepciones.
O aquella ocasión en que, encontrándola hambrienta mientras lavaba ropa, sacó un sándwich caliente y un frasco de leche de su bolso, susurrándole: —Come rápido. En silencio, que Braulio y los demás no se enteren.
Esa mirada compasiva y el profundo suspiro al decir: —Pobrecilla...
O la forma en que le acariciaba la cabeza con una sonrisa cálida, proclamando orgullosa: —¡Nuestra Ángeles es la mejor niña del mundo entero!
Y apenas el día anterior, la había estado animando para pescar pequeños peces del río

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