Capítulo 284
Durante un buen rato, Ángeles sintió que su cintura flaqueaba, pero Vicente la sostuvo firmemente con su mano fuerte.
—Me voy por más de dos meses.
—Niña, déjame darte otro beso.
—...
Ángeles maldijo entre dientes: —¡Descarado!
Sus palabras fueron interrumpidas de nuevo por un beso apasionado.
En la pared, las sombras de ambos se entrelazaban casi por completo en un abrazo apasionado y romántico.
La temperatura en la habitación subía, las pestañas de Ángeles temblaban, y su mirada se volvía vaga y apasionada.
Thump, thump, thump.
Los latidos de su corazón eran intensos.
Thump, thump, thump.
Alguien golpeaba la puerta.
—Ángeles, ¿estás en casa?
De repente, los golpes y los llamados irrumpieron en la habitación, sacando a Ángeles de su ensimismamiento. Su rostro se enrojeció y el deseo que acababa de encenderse comenzó a desvanecerse.
—Uh... ¡Ya basta!
Ángeles intentó empujar a Vicente, pero él, claramente molesto por la interrupción y descontento con la reacción de Ángeles, la mo

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