Capítulo 350
Lucía no entendía nada sobre Daniel ni sobre su influencia en Solévia, pero sí comprendió que los dos delincuentes que habían venido a atacarlas esta vez no eran gente común. Con razón, a pesar de que en São Vitoriano estaba prohibido portar armas, aquel delincuente llevaba una pistola.
—Jefe Andrés, usted también se encuentra lastimado, busque por favor rápido un médico que lo atienda. —dijo Lucía, alarmada al ver las manos de Andrés cubiertas de sangre.
Pero Andrés le replicó.—No es nada, yo me quedaré aquí con Luisita.
—Andrés. —Miguel miraba a Andrés con furia y le lanzó cada palabra con un odio profundo, como si le costara escupirlas de entre los dientes: —Déjeme decirle señor, que si a mi Luisita le pasa algo...
Las palabras, si no logra salvarse, simplemente no podían salir de su boca.
Hizo una pausa, y dijo con rabia: —¡Yo, Miguel, aunque tenga que arruinarme por completo, haré que ustedes, la familia Martínez, paguen por esto!
—Daniel ya ha sido detenido por la policía. —dijo

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