Capítulo 55

Sentí que clavaba su mirada en mi rostro y luego la deslizaba por mi pecho y el resto de mi cuerpo, como si estuviese analizándome minuciosamente. La forma en que me escrutaba me hizo sentir incómoda, desnuda y completamente expuesta ante él. Se me antojaba verdaderamente injusto y decepcionante que, al parecer, él fuese capaz de ver el fondo de mi alma, mientras que yo no lograba atisbar la menor emoción en su mirada indiferente. De repente, él suspiró ruidosamente y juntó sus manos firmemente, haciendo crujir los nudillos. A decir verdad, la imagen que ahora tenía ante mis ojos no me agradaba... en absoluto... "Entonces… ¿por qué corriste?", me preguntó con aquella habitual indiferencia en su voz. Yo sabía que era posible que me hiciera esa pregunta y temía que la formulara, y ahora que, en efecto, la había hecho, no acertaba a encontrar la respuesta adecuada. Seguramente él había querido hacerme esa pregunta desde el principio, pero había preferido esperar a que estuviéramos a solas