Capítulo 18
En menos de un día, un informe completo llegó a manos de Eduardo.
Había un miembro del instituto llamado Luis Guzmán cuya cuenta bancaria mostraba un retiro de setenta mil seiscientos en Sieramar.
El origen de ese dinero provenía de la cuenta privada de Rosa.
Eduardo miró el informe sin decir nada.
Primero organizó todas las pruebas y, mediante un correo cifrado, las envió de forma anónima al director del instituto y a la policía de Sieramar.
Solo después de hacer todo eso, sacó su teléfono y llamó a Rosa.
—Estoy abajo de tu hotel.
Ella salió por la puerta principal del hotel y, antes de que pudiera abrir la boca, dos guardaespaldas vestidos de negro la metieron directamente en el auto.
Dentro, Eduardo se sentó frente a ella, mirándola como si mirara a un muerto.
—¿Fuiste tú?
Rosa no quiso admitir nada.
—¡No sé de qué estás hablando!
Eduardo no dijo nada más y presionó directamente el botón de reproducción del teléfono.
Se oyeron los gritos asustados y llorosos de Luis; antes de ser ll

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