Capítulo 28
Yago observó cómo su padre miraba intensamente a Braulio, alabándolo como un médico milagroso.
Se sorprendió, sabiendo que la vista de su padre siempre había sido deficiente.
Incluso a veces no distinguía entre hombres y mujeres: —Papá, este hombre es un impostor, no le prestes atención.
En la sociedad actual, abundan los sinvergüenzas, y algunos incluso llegan a infiltrarse en nuestra familia Ortega.
Xavier entrecerró los ojos y, cuanto más observaba, más convencido estaba: —Tú... eres el médico milagroso, ¿verdad?
Braulio respondió con frialdad: —¿Qué sucede, te curaste y ya no me reconoces?
Al escuchar su voz, Xavier se acercó rápidamente: —¡Es realmente usted!
Qué honor recibirlo, estamos verdaderamente agradecidos.
Yago frunció el ceño ante esta situación; incluso si Braulio había curado a su padre, no necesitaba tanta efusividad.
Curar una enfermedad a cambio de dinero era simplemente una transacción.
Con la posición de la familia Ortega hoy en día, ¿era necesario

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