Capítulo 29
Yago permaneció inmóvil, con el deseo de levantarse, pero consciente de que no sería adecuado hacerlo.
Observó a Braulio con una mirada compungida.
Esperando su perdón.
Braulio, con una expresión sombría, afirmó: —Si no fuera por tu padre, no me molestaría en dirigirte la palabra, incluso si estuvieras de rodillas.
Yago se puso de pie, algo incómodo: —Gracias, reconozco que mi juicio no fue el mejor, no volverá a ocurrir.
Xavier, al ver que el conflicto se había resuelto, invitó nuevamente a Braulio a entrar a la casa Ortega.
Al llegar al salón, Yago despidió a la niñera y sirvió personalmente el agua, permaneciendo a un lado.
Observaba mientras Xavier y Braulio conversaban.
Pronto, la charla tocó un punto crucial: —Braulio, el médico milagroso, justo a nuestra puerta. Mi hijo mencionó que necesitabas verme.
No estoy seguro del motivo.
Pero quiero que sepas que, si lo ordenas, la familia Ortega correrá los riesgos necesarios para ayudarte.
Braulio sonrió y explicó: —No es necesar

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