Capítulo 86

La palabra exmarido se clavó con fuerza en lo más profundo del corazón de Alejandro. —¡María, por fin lo admites! En el instante en que mil emociones chocaron con violencia dentro de él, extendió la mano de golpe y sujetó con firmeza la parte trasera de su cuello. Antes de que ella pudiera reaccionar, un beso ardiente y feroz cayó sobre sus labios. Como un castigo y, al mismo tiempo, como un asedio salvaje... —Mm... María intentó empujarlo con ambas manos, pero él la inmovilizó aún más, intensificando el beso. Ella le mordió los labios con fuerza. —¡Tss...! Alejandro sintió el dolor y soltó su boca. María aprovechó la oportunidad para intentar darle una cachetada en la mejilla izquierda. Sin embargo, antes de que la mano cayera, él la detuvo sin esfuerzo en el aire. Le sujetó la muñeca y, lamiéndose los labios agrietados, dijo con frialdad: —¿Una guardaespaldas capaz de enfrentarse sola a un mastín? ¿Y ya no tienes fuerzas? Sus palabras llevaban una evidente burla. Como si ella estuvie