Capítulo 87
El cuerpo de María era toqueteado bajo los dedos de él, pero su voz se mantuvo tan serena que no provocó ni la más mínima alteración. —Alejandro, te he amado, pero ese amor se desvaneció en el Monasterio de San Eladio.
—De ahora en adelante, si quieres ir a buscar a tu primer amor muerta o ir detrás de Carmen, haz lo que quieras. En resumen, ya no te quiero.
¿Ella no lo quería?
Solo estaba diciendo palabras de rabia, solo porque él iba a casarse con Carmen. ¡Debía ser eso!
Alejandro se inclinó y besó su pecho. Su voz descendió un poco, como si la estuviera calmando. —Te regalaré una villa, te mudarás allí, y lo que pasó antes lo daremos por terminado. En el futuro...
—¿Sabes que eres repugnante? —María interrumpió sus palabras.
Alejandro se detuvo.
¿Repugnante?
Aparte de él mismo, nadie sabía que en toda su vida solo había tocado a una mujer: María.
La ira reprimida estalló al instante. La sujetó del cuello con fuerza y su mirada se volvió gélida. —Te fuiste con Carlos y jamás te llamé

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