Capítulo 26
Esa noche asistí esplendorosa a la fiesta organizada por la familia Navarro como acompañante de Mateo.
Cuando la gente nos vio juntos, todos se sorprendieron y nos lanzaron miradas de todo tipo.
Mateo, con su aire despreocupado, me condujo sin inmutarse a través de la multitud.
—Bianca, ahora eres bastante famosa... Primero fue el señor Samuel y ahora yo, los dos hombres más conocidos de Coral hemos caído rendidos ante ti.
Tomada con elegancia del brazo de Mateo, caminé hacia una esquina y le corregí con frialdad: —No somos tan cercanos, por lo tanto no me llames así.
—¿Que no somos cercanos? ¡Pero si ya existen rumores y hasta compartimos la cama!
Al oír eso, aparté mi brazo del suyo con frialdad.
La expresión desenfadada de Mateo desapareció y, de pronto, dijo en voz baja y sucia: —Con Natalia no siento nada... Solo envidio al señor Samuel. No solo tuvo la suerte de nacer en cuna de oro, sino que también tuvo a una chica que lo amó desde niños.
—Belén, aún estás a tiempo de irte... N

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