Capítulo 15

Esa mirada fue un balde de agua fría que apagó al instante la furia de Héctor. De inmediato recuperó la lucidez. La vio retroceder instintivamente, dando un paso atrás, alejándose de él como si fuera un virus letal. Bajó la vista a sus manos temblorosas, manchadas de sangre. El miedo y la confusión lo envolvieron de golpe. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había podido perder el control así? ¿Solo porque otro hombre le sonrió a ella? Ya no podía mentirse más. No era posesión, no era orgullo herido. Era celos. Era miedo. Era amor. Se dio cuenta de que realmente se había enamorado de Diana. Ese pensamiento hizo que el corazón le latiera con fuerza y las manos se le enfriaran. Al día siguiente, Héctor se arregló lo mejor que pudo. Aun así, no logró disimular el cansancio y las ojeras. Esperó frente al edificio donde vivía Diana. Cuando la vio salir, se adelantó. Ya no había en él rastro del antiguo descaro. Tragó saliva; su voz, áspera por los nervios, tembló con una súplica que ni él mismo reconoc