Capítulo 40

Vanessa estuvo a punto de estallar y gritar, pero en una ocasión como esa realmente no podía perder el control. —¿Qué se supone que quieres decir con eso? Cuando Gloria se puso el collar, no notó nada extraño. Hasta el momento, en su experiencia valorando joyas y piedras preciosas, nunca se había equivocado. —Si ustedes no me creen, puedo quitarle el color que tiene. Para Bianca, eso no era más que una simple reacción química. Lo difícil era que los demás quisieran creerle. —Mamá, una joya tan buena como esta mejor no la arruinemos. Si resulta ser auténtica, luego aunque la mandemos a restaurar ya no será la misma. Fidel sentía un mal presentimiento. Conociendo a Bianca como la conocía. Sabía que si no tuviera al menos un noventa y nueve por ciento de certeza. Jamás habría dicho algo así delante de tanta gente. Vanessa aún quería presionarla más, pero se contuvo al ver la mirada de advertencia de Fidel. —De todos modos, es mejor que esa bufanda ridícula que tú regalaste. Estaba tan mol