Capítulo 100
Al pasar junto a Brisa, él dijo: "ven conmigo".
Brisa no dudó ni un segundo y lo siguió.
El pasillo fuera de la sala de reuniones estaba iluminado, y el hombre que caminaba adelante era imponente, con una figura alta y robusta.
Su cuerpo, con los hombros anchos y la cintura estrecha, era el tipo de físico que hacía que muchas mujeres no pudieran evitar gritar al verlo.
Justo antes, él la había protegido.
¿No significaba eso que tenía un lugar para ella en su corazón?
Brisa sintió una alegría desbordante, y en un instante, todas sus penas desaparecieron.
Tadeo abrió la puerta de la oficina, Wálter entró con paso firme y se quitó la corbata, colocándola alrededor del cuello antes de sentarse en la mesa de conferencias.
—Walt, sabía que tú... —Brisa lo siguió.
Con una expresión radiante, no pudo evitar decir lo que pensaba.
—Este asunto no es tu culpa —Wálter no se percató de sus pensamientos—. Si no fuera porque quería darle una lección a Lucía y mandarla a que te pidiera

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