Capítulo 99
Una llamada destrozó las ilusiones de Lucía.
Sus manos quedaron rígidas en el aire, su rostro sereno como el agua, sin mostrar ninguna emoción mientras lo miraba.
—Come tú, yo tengo algo de trabajo que atender.
Wálter notó que su expresión no estaba bien, pero pensó que aún se preocupaba por lo de Honorato.
Guardó el teléfono en el bolsillo, la miró dos veces más y luego se dio la vuelta para irse.
Cuando la puerta se cerró, el hombre salió rápidamente y abrió la puerta del carro.
Su rostro estaba preocupado, iba a correr hacia otra mujer que lo necesitaba.
El fuego para cocinar los fideos aún no se había apagado, y los fideos se cocinaban en una sopa espesa que burbujeaba.
Lucía apagó el fuego sin haber comido ni un bocado y subió las escaleras.
La esquina de sus labios se curvó en un gesto irónico, ¡era una ironía hacia ella misma!
¿Cómo pudo haber pensado que Wálter sería un buen esposo, uno que la escucharía y entendería sus penas y preocupaciones?
Era solo un p

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