Capítulo 22
Al día siguiente, Andrea salió de casa temprano.
Apenas había cruzado la puerta cuando Jaime, que había pasado la noche dormido en el auto, despertó, sobresaltado. De pronto, abrió la puerta y, con la voz ronca, llamó a esa figura: —¡Cariño!
Con solo escucharle, se notaba que estaba enfermo.
La noche anterior no se había ido; decidió quedarse en el auto para poder hablar con Andrea cara a cara y conseguir cuanto antes su perdón, así que pasó la noche allí.
Tras haberse empapado bajo la lluvia y enfriado, ya estaba resfriado.
Apenas puso un pie fuera del auto, la cabeza le dio vueltas y casi se cae.
Andrea se detuvo en seco al oír su voz.
Al verlo todavía allí, sintió una oleada de rabia. Estaba a punto de echarlo de nuevo cuando, tras ella, sonó una voz suave y cálida: —Andrea.
Era Sergio.
¿Pero cómo había llegado él ahí?
Andrea se sorprendió al verlo. Sin hacer caso a Jaime, se giró hacia Sergio: —Señor Sergio, ¿qué hace aquí?
El hombre estaba recostado despreocupadamente en el capó d

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