Capítulo 27

En el corazón de Ana, siempre permanecía la gratitud hacia quienes le habían mostrado un gesto amable. Así, en este instante en que Javier la ayudaba, también guardaba en su memoria aquel gesto suyo. Claro que ella ignoraba que el verdadero culpable de aquel accidente era precisamente él. Mientras conversaban, se escuchó el sonido de la ambulancia. El rostro de Ana se iluminó de alegría. —¡Ah, la ambulancia ha llegado! Podemos parar aquí, junto a la carretera. Javier detuvo el coche. Ana no se preocupó más por él; con movimientos ágiles cargó a Pilar sobre su espalda, bajó del vehículo y corrió hacia la ambulancia. Con la mayor rapidez logró subir a Pilar y, sin pensarlo, ella se subió también. En el interior había un médico. Poco a poco, el estado de Pilar comenzó a estabilizarse y Ana pudo soltar un suspiro de alivio. Al llegar al hospital, Ana corrió apresurada a realizar los trámites de ingreso. No pasó mucho tiempo antes de que Víctor llegara jadeante, empapado en sudor. En la hab