Capítulo 193 Es que tú no quisiste
Después de un tiempo indeterminado, Angélica despertó totalmente aturdida.
El suelo de cemento gris, no muy lejos de allí había un montón de varillas de acero oxidadas y paredes manchadas.
Parecía una fábrica abandonada, todo emanaba un aire de decadencia total.
Intentó sentarse y descubrió que sus pies y manos estaban atados, inmovilizada por completo.
Una pesadez se apoderó de su corazón.
¡Había sido secuestrada!
El miedo la inundó.
Al escuchar un ruido detrás de ella, Angélica, incapaz de girarse, torció el cuello con esfuerzo.
Sonia también estaba atada, yacía en el suelo con un trapo viejo y hediondo en la boca.
—Sonia...— la llamó en un ligero susurro.
Sonia levantó la cabeza, sus ojos mostraban una calma inesperada.
Girar el cuello para hablar era complicado, pero con mucho esfuerzo, logró voltearse.
—¿Sabes por qué estamos atadas aquí?— preguntó Angélica en voz baja, y al darse cuenta de que Sonia no podía siquiera hablar, agregó: —Si lo sabes, acepta; si no, niega con la cabe

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