Capítulo 194 No dejar ni a su propio hijo en paz
—Tío Daniel... no, no fui yo, ella me obligó...
El traje de Chanel ya no mostraba su color original, y los brazos que agarraban los bajos del pantalón de Daniel exhibían cicatrices profundas y muy aterradoras.
Brisa, con el rostro hacia arriba, tenía el cabello despejado y las comisuras de los labios moradas con trozos de sangre, y su rostro también estaba hinchado.
¿Quién diría que ella era la bisnieta adoptada por don Octavio, de rostro delicado y familia acaudalada?
Daniel enfurecido y con solo una mirada, alguien arrastró a Brisa.
—Lo que digo es verdad, tío Daniel. Todo es culpa de Angélica, esa desgraciada, me obligó a colaborar con ella, ¡o si no, le diría a abuelo que me estaba amenazando!
Brisa gritaba una y otra vez como loca.
Angélica, al principio sintió que había perjudicado a Brisa, pero al escucharla traicionarla y mentir de forma tan descarada, perdió cualquier sentimiento de culpa.
Ella preguntó con voz sombría: —¿El dinero que recibiste de mí también fue bajo coacción

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