Capítulo 20
En una isla privada, de madrugada, el helicóptero aterrizó en el helipuerto en el centro de la isla. El estruendo de las hélices fue apagándose poco a poco, quedando sólo el sonido de las olas golpeando contra las rocas.
Juan bajó a Elena del helicóptero en brazos y, en cuanto sus pies tocaron el suelo, ella lo empujó bruscamente.
—¿Me trajiste en contra de mi voluntad? —Se burló, el viento marino agitaba con fuerza la falda de su vestido de novia—. Señor Juan, ¿desde cuándo te rebajas a este tipo de actos despreciables?
Juan no se enfadó, al contrario, sonrió levemente. —¿Y qué?
Alzó la mano y acarició su mejilla; la yema de sus dedos estaba fría, pero su mirada ardía de una manera aterradora. —Eli, eres mía, en esta vida, no pienses en casarte con nadie más.
Dentro de la mansión principal.
Juan le mostró toda la isla.
—Todo esto es tuyo —abrió las puertas de cristal del suelo al techo y la brisa salada del mar irrumpió en la habitación—. El jardín, la piscina, la biblioteca... inclus

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