Capítulo 21
Carolina mantenía la mirada semicerrada, y sus largas pestañas proyectaban una pequeña sombra sobre los párpados, otorgándole a todo su semblante un aire gélido.
—¡Carolina! —Melchor habló entre dientes—. ¡Lilia es mi hermana, muestra un poco de respeto!
Lo dijo mientras sostenía a Lilia del brazo, aunque con un leve aflojamiento en el gesto.
Lilia sintió un vuelco en el corazón y, de inmediato, se soltó por sí misma de aquel abrazo.
Con un hilo de llanto en la voz, replicó: —Carolina, jamás pensé que pudieras mirarnos de ese modo. Yo debí darme cuenta antes de que lo hacías a propósito, de que estabas empeñada en hacerme daño. También debí detener a Melchor para que no me trajera a sufrir esta humillación. Así él tampoco habría perdido esta oportunidad de colaboración en la película. ¿Acaso no te importa mi carrera ni tampoco la de Melchor? ¿Qué hace falta para que nos dejes en paz, a él y a mí?
Estas palabras hicieron que Felipe y Daniel arrugaran la cara con fuerza: ¡era un descarad

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