Capítulo 46
Él pareció recobrar la conciencia y arrugó la frente al observar la postura de ambos.
Se serenó un poco y, con lentitud, la dejó en el suelo.
Carolina se apoyó por completo contra la pared, con los pies firmemente asentados, buscando sentir algo de realidad.
—¿Ya estás sobrio?
Él la miraba con intensidad; la nuez de Adán se movía de manera provocadora.
Contestó con aparente indiferencia: —Tomé unas copas de más, pero no hasta perder la conciencia.
Carolina: —¿?
"¿Y estando consciente haces esto?"
Él inclinó la cabeza, hundió la cara en su cuello y devoró con ansia su aroma único y tentador.
Carolina alzó la mano para empujarlo, temiendo tanto que no estuviera consciente, como que sí lo estuviera.
—¿Tío Juan?
La respiración de Juan ya era uniforme; estaba claro que se había quedado dormido.
—...
Carolina, fuera de sí, lanzó unos cuantos puñetazos al aire.
Inspiró hondo y, con los dedos temblorosos, apenas logró llevarlo hasta el sofá y darle un vaso de agua tibia.
Luego, sin pausa, le e

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