Capítulo 377
Andrea llegó hasta la puerta de su habitación y vio que Eduardo la estaba esperando allí.
Eduardo era una persona muy caballerosa y, además de ser profesor universitario, siempre desprendía un aire intelectual.
Llevaba en la mano unas verduras recién compradas y le sonrió. —¿Terminaste la reunión?
Ella se detuvo un instante, asintió levemente y abrió la puerta.
Él entró con las verduras, se cambió los zapatos en la entrada con naturalidad y le sacó un par para ella también. —¿Qué quieres cenar?
Andrea bostezó y fue a tumbarse en el sofá del salón. —Haz lo que quieras, cualquier cosa me parece bien.
Eduardo cogió el delantal que colgaba al lado y, acercándose a ella, apoyó las manos en el respaldo y la observó desde arriba.
Ella no abrió los ojos, pero sabía lo que él estaba haciendo. Con voz adormilada dijo: —Profesor Eduardo, desde pequeña siempre me han dado miedo los profesores.
A él le hizo gracia y le apartó un mechón de pelo de la mejilla.
Andrea no se apartó; estaba demasiado ca

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