Capítulo 674

Los demás habían salido, después de todo, era la fiesta de cumpleaños número ochenta de Iván, y los invitados llegarían en cualquier momento. En la habitación, en un abrir y cerrar de ojos, solo quedaron Claudia y Pedro. Pedro bajó las pestañas, con la mirada carente de toda emoción. A Claudia le dolió el pecho; sin saber por qué, sintió un leve arrepentimiento. Se arrepintió de haberlo criado hasta convertirlo en alguien tan frío y sin emociones. —Pedro, tú y Ana ya... —suspiró—, olvídalo, mi intención era que le dieras un nombre, un lugar. Ella misma dijo que, aunque hubiera tenido algo contigo, no te molestaría. Si realmente lo rechazas, lo dejamos para después de la fiesta. Ana es una buena chica, pero yo siempre recuerdo aquel día en Jardines de la Paz, cuando le serviste comida a Lorena; esa fue la expresión más relajada que te vi en estos últimos diez años. Al mencionar a Lorena, las yemas de los dedos de Pedro temblaron apenas. Cuando despertó, vio las marcas en el cuerpo de An