Capítulo 727
No lo entendía.
Ella lo abrazó por la cintura. Lo hizo por un momento, con la intención de soltarse después, pero él extendió los brazos y la rodeó con los suyos.
Lorena tuvo la ilusión de que, en una noche tan fría, ellos eran dos cuerpos necesitados de calor.
Sentía una presión en el pecho, pero en ese instante, cualquier consuelo resultaba insignificante.
No sabía cuánto tiempo había pasado abrazándolo. Finalmente, lo soltó con suavidad: —Vámonos a casa. Duerme bien.
Él asintió y se subió al auto con ella.
Emilio, sin mucha percepción, se dirigió al asiento del copiloto. Al ver que Pedro no se movía de su lado para ir atrás, se molestó.
—¿Qué haces? El asiento del copiloto de Lorena es solo para mí. Ve atrás con el perro, a apretarte un poco.
Justo después de hablar, Lorena alzó la voz. —Emilio.
Él respiró hondo de inmediato. —Está bien, iré atrás a apretarme con el perro. Pedro, que sepas que solo cedo porque es por Lorena.
Pedro no dijo nada. Se sentó en el asiento del copiloto.
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