Capítulo 270
—Ve y quítale las cuerdas.—le dijo Daniel a Jaime.—¿Qué sentido tiene mantenerla atada?
—Sí.—respondió Jaime, y caminó hacia donde estaba Luisa.
Todos los presentes escucharon con total claridad la conversación entre ambos. Momentos antes, Daniel había ordenado a sus hombres que abusaran de Luisa.
Ellos se habían lanzado sobre ella como una jauría hambrienta.
Luisa estaba tendida boca abajo en el borde del edificio, algo alejada de todos.
Cuando el grupo apenas iba a mitad de camino, al escuchar lo que dijo Daniel, se detuvieron todos al mismo tiempo. Tragaban saliva con ansias, los ojos encendidos de deseo mientras miraban fijamente a Luisa, esperando impacientes a que Jaime soltara de las cuerdas.
Luisa fulminaba a Daniel con la mirada, cargada de un odio tan feroz que parecía que intentaba hacerlo pedazos con los ojos.
A ese depravado le fascinaba ese tipo de mirada. Sonrió con malicia, y su voz sonó complacida: —¿Me odias?
—Qué pena. Acabar contigo es tan fácil como aplastar una ho

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