Capítulo 366
Fue Andrés quien respondió el mensaje.
[Estoy bien, duerme tranquila.]
Luisa leyó aquel mensaje, pero su preocupación no disminuyó.
¿Cómo iba a estar bien?
Si uno era su padre, la otra su abuela.
Quiso decir algo en ese momento para consolarlo.
Se frotó los ojos, obligándose a mantenerse despierta.
Escribió.
Borró.
Volvió de nuevo a escribir.
Volvió a borrarlo todo.
Al final, Luisa no dijo nada al respecto.
Porque cualquier cosa que dijera se sentía vacía e inútil.
El sueño la vencía con fuerza; ya no podía mantener los ojos abiertos.
Abrazando el celular, se quedó profundamente dormida.
Luisa tuvo un sueño.
En el sueño, un niño pequeño observaba a su padre abrazando a otro niño, con una mirada triste y llena de envidia.
Se acercó y notó que los ojos de ese niño eran exactamente iguales a los de Andrés.
—Andrés...— murmuró con cierta inquietud Luisa.
El niño bajó la cabeza, lleno de desánimo, y dijo en voz baja: —Pero si yo también soy su hijo...
El corazón de Luisa se llenó de un dolo

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