Capítulo 406
Rosa se estacionó.
Después de llamar a la policía, Luisa abrió la puerta y dijo: —¡Rosa, ven conmigo!
Fuera del bar, la noche estaba muy oscura.
Las luces de neón parpadeaban en contraste.
Dos hombres sostenían a una mujer inconsciente; detrás de ellos, otros cuatro hombres los seguían. Eran en total seis. Todos mostraban gestos lascivos y miradas feroces. Parecían bestias al acecho, esperando su oportunidad para atacar.
Luisa corrió hacia ellos y gritó: —¿Ustedes qué están haciendo? ¡Suéltenla!
Había un intenso olor a alcohol.
La cara de Fabiola estaba enrojecida. Sus ojos mostraban embriaguez. Su expresión mostraba cierta impotencia y confusión. —Calor, tengo mucho calor, me siento muy mal...
Luisa entrecerró los ojos para verla mejor. Su estado era anormal, muy diferente al de una borrachera.
—¿Ustedes le pusieron algo a las bebidas? —La ira apareció en los ojos de Luisa.
Bajo la luz roja de neón, sus caras parecían maliciosas y siniestras.
Uno de ellos, con tatuajes en los brazos,

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