Capítulo 452
La palma de Andrés descendió, cubriendo el delicado y pálido cuello de Luisa.
El hombre bajó la cabeza y la miró, ambos estaban tan cerca que sus respiraciones se entrelazaron. La voz de Andrés sonó ligeramente ronca: —¿Qué es lo que no quieres que haga?
—Sabes perfectamente lo de que hablo. — Murmuró Luisa en voz baja.
Andrés levantó levemente la barbilla de Luisa, obligándola a alzar la mirada y encontrarse con sus profundos ojos.
—Quiero escucharlo de tus labios.
Sus ojos, profundos como el mar, parecían querer absorberla.
Luisa apretó los labios. —No quiero que te preocupes de que me enamore de otra persona.
Andrés soltó una breve risa; la habitual severidad de sus rasgos se suavizó con cierta ternura.
Él le preguntó: —¿Y tú, temes que yo me enamore de otra persona?
Ella sí había sentido esa inquietud, especialmente en la época en que Fabiola acababa de regresar al país.
Luisa negó con la cabeza, aunque sus palabras no reflejaron la verdad. —No lo he pensado.
Andrés, apretó suaveme

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