Capítulo 13
—¡Cállate! —gritó Braulio, abalanzándose hacia la silla de ruedas de Regina y sujetándole el brazo, mientras las lágrimas comenzaban a brotarle de los ojos.
—¡Tía Regina, déjame explicarte! ¡Lo admito, me equivoqué! ¡Pero fue porque te amo demasiado! ¿Lo olvidaste? En esos años en que estuviste paralítica, yo te cuidé día y noche... —¡¿Todavía te atreves a mencionar mi parálisis?! —Regina estalló de repente y, llena de furia, apretó con fuerza el cuello de Braulio.
La presión fue tal que, en un instante, los ojos de Braulio se pusieron en blanco.
—¿De qué sirvió tu compañía? Si no fuera por Santos, ¿habría vuelto a caminar? ¡Todo fue por tu egoísmo, tú mataste a Santos! —En los ojos de Regina ardía un odio desbordado, rojo y devastador.
—Ah... Sué... Suéltame... —Braulio forcejeaba con desesperación, la cara congestionada y amoratada. —¡Tía Regina, no puedo respirar, yo soy el padre de tu hijo! ¡No puedes hacerme esto!
—¿Hijo? —Regina, como si hubiera escuchado el chiste más absurdo, a

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